CRECER CON CRITICAS

Había una vez un filosofo a quien la gente tenia por un hombre de conocimiento objetivo. Y es que no pasaba  un día en que no acudiese a su puerta una multitud de personas en busca de consejo, de enseñanzas o de simple reflexión de aquel venerable erudito. 
Y cada vez que el filosofo hablaba, la  gente lo escuchaba  absorta. Pero  había entre sus oyentes un desagradable individuo que no perdía ocasión    de contradecir al  filosofo. Había observado sus puntos débiles y se burlaba de sus defectos, para consternación de sus  adeptos, que empezaron a mirarlo como si fuera lo peor de lo peor. Un día, el critico callo enfermo y al poco tiempo falleció.
Todo el mundo respiro aliviado
pero quedaron sorprendido al ver al filosofo auténticamente compungido durante el funeral.
Cuando una tarde un discípulo le pregunto si estaba entristecido por la muerte del necio critico, el respondió. No, en absoluto. Por quien estaba afligido era por mi mismo. Ese hombre era el único amigo que tenia. Estoy rodeado de personas que me veneran pero el era el único que habla de mi contra. Y me temo que desaparecido voy a dejar de creer.


  

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