"Causa de nuestra alegría"; llamamos a la virgen en las letanías. De esta alegría participa todo buen cristiano. Por tanto ¡Fuera malos humores y caras largas! Presentaron un señor a un presidente norteamericano para que le diera un cargo importante. El presidente lo rechazo.
Y dio la razón: un hombre a los cuarenta años es responsable de la cara que lleva. Razón tenia una niña al rezar así: Señor, haz que los malos sean buenos, y que los buenos sean simpáticos".
Al buen buen cristiano no se le ahorra la cruz pero debe ser radicalmente alegre, porque posee el tesoro mayor: la gracia divina. Por eso se ha podido decir, con su pizca de humor que no hay gozo mayor que morir en gracia de Dios y con un pijama de vivos colores.
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