Un discípulo antes de ser reconocido como tal por su maestro, fue enviado a la montaña para aprender a escuchar la naturaleza.
Al cabo de un tiempo volvió para dar cuenta al maestro de lo que había percibido.
-He oído el piar de los pájaros, el aullido de los perros, el ruido de los truenos.
-No, le dijo el maestro, vuelve otra vez a la montaña .
Por segunda vez dio cuenta el maestro de lo había percibido
-He oído el rumor de las hojas, al ser mecidas por el viento, el cantar del agua en el rio, el lamento de una cría sola en el rio.
-No, le dijo de nuevo el maestro, a un no, vuelve de nuevo a la naturaleza y escúchala.
Por fin un día..
-He oído el bullir de la vida que irradiaba el sol el quejido de las hojas al ser holladas, el latido de la savia que ascendía por el tallo, el temblor de los pétalos al abrirse acariciados por la luz.
-Ahora si ven, porque has escuchado lo que no se oye.
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