Benditos sean los que comprenden mis pasos valientes y mis manos temblorosas. Bendito los que saben que mis oidos van a tener hoy dificultades para oir. Benditos los que apartan benevolos sus ojos, cuando se me cae el cafe del desayuno. Benditos los que sonriendo, se paran a charlar conmigo un momento. Bendito los que nunca me dicen es ya la segunda vez que me cuentas hoy esa historia.
Bendito los que tienen evocar mis dias felices de otro tiempo.
Benditos los que hacen de mi un ser amado, respetado y nunca abandonado.
Bendito los que intuyen que yo ya no se como encontrar fuerzas para llevar ni cruz.