Un monasterio muy famoso estaba atravesando una grave crisis. En el pasado, sus numerosos edificios habían estado repletos de jóvenes monjes que llenaban toda la iglesia. Ahora el monasterio estaba abandonado. La gente no venia ya , solo había monjes ancianos que se arrastraban por el claustro. Rezaban con corazón pesaroso.
En los alrededores del bosque perteneciente al monasterio, un viejo rabino había construido una cabaña. De vez en cuando, acostumbraba a entrar en ella para ayunar y orar. Un día, el abad se decidió ir a visitarlo y a confiarle sus penas, mientras se acercaba a la cabaña, vio como el rabino, en el umbral, le habría los brazos en señal de bienvenida. En el centro de la habitación en la que los dos hombres entraron había en una mesa de madera sobre la que estaba la biblia abierta. Por un momento se detuvieron de ante del libro. Luego, el rabino comenzó a llorar no pudiendo contenerse, también el abad, cubriéndose la cara con las manos. se puso a llorar. Nunca en su vida había encontrado tanto alivio en el llanto.
Cesadas las lagrimas y recobrado el silencio, el rabino levanto la cabeza y dijo: -Tu y tus hermanos servís al Señor con corazón pesaroso; por eso has venido a visitarme y a pedirme consejo. Pues bien ,te daré una información que es también un consejo y que solo podrás comunicársela a los otros una única vez. El rabino dirigió una mirada seria y comprensiva al abad; luego dijo:
-El Mesías el Salvador esta entre vosotros. Sin decir una palabra, sin volver la mirada el abad se fue. A la mañana siguiente reunió a los monjes en la sala capitular. Les conto que había recibido del rabino una información que era también un consejo, podía repetirla una vez pero nadie mas debía pronunciarla en voz alta. Luego miro a cada uno de sus hermanos y dijo:
-El rabino ha afirmado que uno de nosotros es el Mesías el Salvador. Los monjes se quedaron desconcertados al oír esta afirmación y se preguntaron que era lo que podía significar. Sera fray Juan el Mesías? O tal vez fray Mateo , o quizá fray Tomas...seré yo el Salvador?
Todos se sintieron sacudidos por las palabras del rabino, pero ninguno volvió a pronunciarlas mas. Con el paso del tiempo, los monjes comenzaron a tratarse con profundo respeto. En sus relaciones había algo noble, autentico, algo cálidamente humano, difícil de describir, pero fácil de notar. Vivian juntos como hombres que finalmente habían encontrado algo.
Juntos examinaban las escrituras, como personas siempre habitadas de una profunda espera. visitadores ocasionales, se sintieron profundamente interpelados por la vida dé aquellos hombres. Y muchos jóvenes pudieron ser agregados a esta comunidad.